Cuando tenemos ideas ideales

Somos seres pensantes, con ideas en nuestra mente que nos definen como personas. Creemos en nuestros ideales como unos lentes que nos permiten obsevar el mundo desde nuestra perspectiva propia, única, irrepetible, dentro de la cual caben aspectos como la moral, la ética, los deseos propios, el egoísmo, las necesidades y todo lo que conforma el ser.

Nuestros ideales, formados en un pasado que ya pasó, nos hacen comparar, observar el mundo de una manera sesgada, atenida a unas normas del deber, de la acción requerida, del esperar y de la oposición a los ideales de los demás, cuando estos no son similares a los nuestros.

Ideales como ideas son aquellas que no se exteriorizan, que nos inmovilizan y nos corroen por dentro. Que no se acercan a la realidad, y que cuando lo hacen, nos hacen sentir que tenemos la razón o la verdad, cuando no es posible ninguna de las dos en su totalidad; son actitudes que no nos permiten ver el mundo desde su inmensidad, desde la validez que puede llegar a tener una acción cualquiera, desde el punto de vista de otro observador con sus propios ideales.

Ideemos, no para tener ideas del mundo, sino para mejorar y para aceptar, para entender la vida mejor y aprovecharla con dignidad, para entender a los demás desde su propio ser, para crear ideales más fuertes y mejores, para liberarnos y no atarnos, para crecer y ayudar a crecer a los demás, para ser nosotros mismos y permitirle a los demás también serlo, y para potenciar el mundo y entenderlo como debe ser.